Esta vivienda unifamiliar privada se abre hacia el mar. Las vistas, la topografía y la orientación condicionaron el proceso de diseño que, partiendo de una agenda bioclimática ambiciosa, tuvo éxito en la creación de una vivienda singular.
La planta en forma de riñón abre todas las habitaciones hacia las vistas al mar, mientras la cubierta despega gradualmente desde el suelo y se eleva sobre una entreplanta que domina el alzado en la parte central de la casa. En la parte posterior, un voladizo independiente protege el alzado Sur, actuando como un brise – soleil que permite que el sol bajo del invierno penetre en el interior de la vivienda. Un lucernario helicoidal discurre de forma ininterrumpida de lado a lado articulando la conexión entre las dos geometrías de la cubierta, proporcionando luz natural a todos los espacios sirvientes e induciendo la ventilación cruzada. La forma semiesférica generada permite contener el volumen con una superficie reducida y minimiza el impacto visual en el paisaje de los alrededores desde todos los puntos de vista. La fachada principal presenta una doble piel que genera una zona de atenuación térmica que modula la interacción ideal con el medio ambiente durante todo el año, pudiendo desmaterializarse para conectar los espacios interiores con el paisaje colindante.
La vivienda incorpora un sistema domótico de gestión que controla las ventanas y persianas motorizadas para alcanzar un rendimiento bioclimático óptimo en respuesta a las condiciones meteorológicas. Las instalaciones se han coordinado cuidadosamente con la estructura y la arquitectura para permanecer invisibles. Siete tabiques maestros corren a lo largo de los ejes de las columnas elípticas exteriores distribuyendo los espacios y dando cabida a todos los conductos necesarios. El techo está libre de cualquier elemento intruso y revestido con láminas de bambú y aislamiento acústico para asegurar la reverberación adecuada en todas las estancias, donde algunas de las cuales alcanzan alturas considerables.
En el exterior, el revestimiento de aluminio natural de la cubierta permite que la vivienda se funda con el cielo en diferentes condiciones climáticas y mejora el rendimiento térmico, reflejando la mayor parte de la energía solar incidente. La fachada de cristal, incorpora vidrios de baja emisividad adaptados a cada condición y orientación sin perder por ello su transparencia y ligereza. La paleta de materiales externos se limita a aquellos que interactúan con la luz - aluminio anodizado natural para los afilados montantes verticales, pintura micácea gris para la estructura y el cuenco volado de fibra de vidrio. En el interior lacados blancos, bambú, piedra gris y mármol blanco se combinan y hablan por sí mismos.
Como se pretendía, la complejidad inherente en un edificio de esta naturaleza no se puede apreciar en ninguno de sus espacios y todo lo que permanece son las vistas… desde una casa que abraza el aire.